Y los . . . casi veinte mil curiosos, estuvieron como cuando yo estaba en el pre universitario que empezamos a bonchar con sobre los profesores a la hora de dormir y los profesores de guardia sacaron a dos culpables, porque alguien dijo mirtica, entonces el profesor de guardia llamó a Mirta que tenía llamada urgente por teléfono y cuando todos se reunieron alrededor del profesor de guardia el dijo - ajá, así los quería coger, ustedes eran las que estaban con la bromita cortandole leva a los profesores, poniendo motes y despiertas después de la hora de dormir - resulta que por arte de magia todas desaparecieron con la misma rapidéz con que habían ido a saber de la llamada. Solo quedaron al lado del profesor las Mirthas asustadas con la llamada y porque no había más remedio.
El caso es que al día siguiente, las Mirthas no habían dicho nombre pero los profesores en el comedor, durante el desayuno de la beca, bonchaban con bromas y nombretes que no habíamos dicho nosotras, por lo que alguien dijoq ue no nos preocupáramos que como mentían y habían cogido la broma como pretexto, no nos podían culpar. Así que quedamos exhoneradas del castigo.
Pero no les iba a hablar del tema, les iba a presentar esta "bromita" de alcance mediático y rimbombancia. . .
Grandes momentos del fotorreportaje cubano
La 
      broma más colosal de nuestra historia 
       
      Jorge Oller Oller
      Aquel martes 28 de diciembre de 1954, La Habana amaneció 
      tranquila a pesar del imperante clima rebelde contra la 
      tiranía de Fulgencio Batista. Sin embargo, en la 
      confluencia de las avenidas de Rancho Boyeros y Vía 
      Blanca, precisamente en los terrenos donde construían la 
      Ciudad Deportiva, llegaban hombres, mujeres y niños de 
      todas partes de la ciudad. Poco después estaba obstruido 
      el tráfico, los  chóferes y pasajeros abandonaban los 
      vehículos en que viajaban y se unían a los curiosos que 
      a distancia, miraban un extraño objeto que parecía ser 
      un disco volador, que eran muy “vistos” en el cielo, 
      pero ninguno había descendido aún a tierra. Este parecía 
      ser el primero.  más . . .
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